UN EDIFICIO, UNA HISTORIA RECUPERADA
En el corazón del recinto amurallado de la ciudad se encuentra el antiguo Convento de Clarisas Franciscanas. Un edificio de gran valor patrimonial cuya especial situación dentro de la villa, lo convirtió en testigo privilegiado de la vida cotidiana de los palmeños durante más de 500 años.

Desde su fundación, a finales del siglo XV, sus diferentes espacios protagonizaron épocas de gran esplendor religioso y arquitectónico, alternadas con otros momentos, más difíciles y complicados, en los que estuvo a punto de desaparecer.
Fue Juan Manosalvas, fiel servidor de la familia Portocarrero-Bocanegra, quien guiado por una profunda devoción, decidió fundar en cinco casas de su propiedad un convento dedicado a la Orden de Santa Clara. La primera y única Orden religiosa fundada por una mujer, Clara de Asís, cuyas Reglas fueron redactadas por ella misma para sus Hermanas.

Cinco casas que, con el paso de los siglos y el patrocinio de la noble familia Portocarrero, fueron transformándose en lo que actualmente constituye el convento que acoge el Espacio Creativo Cultural Santa Clara. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se construyeron los espacios y estancias necesarias para la vida monacal: la iglesia con su campanil, el coro para el Oficio Divino, el dormitorio, el refectorio de las comidas, el nuevo claustro rodeado de columnas, el huerto y el cementerio de las Hermanas.

Hoy, tras su declaración como Bien de Interés Cultural, vuelve a la vida de la ciudadanía palmeña gracias a un importante proceso de rehabilitación y restauración, que ha permitido recuperar parte de su legado histórico para convertirse en la sede de un nuevo proyecto cultural.

UN EDIFICIO, UNA HISTORIA RECUPERADA

En el corazón del recinto amurallado de la ciudad se encuentra el antiguo Convento de Clarisas Franciscanas. Un edificio de gran valor patrimonial cuya especial situación dentro de la villa, lo convirtió en testigo privilegiado de la vida cotidiana de los palmeños durante más de 500 años.

Desde su fundación, a finales del siglo XV, sus diferentes espacios protagonizaron épocas de gran esplendor religioso y arquitectónico, alternadas con otros momentos, más difíciles y complicados, en los que estuvo a punto de desaparecer.

Fue Juan Manosalvas, fiel servidor de la familia Portocarrero-Bocanegra, quien guiado por una profunda devoción, decidió fundar en cinco casas de su propiedad un convento dedicado a la Orden de Santa Clara. La primera y única Orden religiosa fundada por una mujer, Clara de Asís, cuyas Reglas fueron redactadas por ella misma para sus Hermanas. 

Cinco casas que, con el paso de los siglos y el patrocinio de la noble familia Portocarrero, fueron transformándose en lo que actualmente constituye el convento que acoge el Espacio Creativo Cultural Santa Clara. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se construyeron los espacios y estancias necesarias para la vida monacal: la iglesia con su campanil, el coro para el Oficio Divino, el dormitorio, el refectorio de las comidas, el nuevo claustro rodeado de columnas, el huerto y el cementerio de las Hermanas.

Hoy, tras su declaración como Bien de Interés Cultural, vuelve a la vida de la ciudadanía palmeña gracias a un importante proceso de rehabilitación y restauración, que ha permitido recuperar parte de su legado histórico para convertirse en la sede de un nuevo proyecto cultural.